Dudas y convicciones
Una de las cosas que más me encanta hacer es viajar. Y si es para algún lugar en que nunca he estado, mejor.
Pues… hoy he regresado a casa tras un corto viaje, y me puse a pensar en cuánta cosa aprendí en unos pocos días. Me di cuenta que, si por un lado, algunas de las definiciones que siempre tuve como ciertas ya no me sirven más, algunas convicciones todavía siguen firmes.
Intentaré explicarme. Sabemos que las lenguas tienen vida, que se mueven y se modifican con el paso del tiempo. Como brasileña que soy, siempre cuido para no caer en las trampas del portuñol. No puedo afirmar que nunca haya sido llevada por él, pero sigo firme en mi propósito. Ahí están dos convicciones mías: la lengua como organismo vivo y el cuidado máximo en no mesclar los dos idiomas.
Susto 1. Llego a Mendoza y mientras abro las maletas en el hotel, enciendo la tele en medio a una película americana cualquiera, de estas que aparecen dobladas y subtituladas. El muchacho calmamente saluda a una amiga: “¿Todo bien?” Y yo: ¿¿cómo?? He pasado años diciendo a mis alumnos que “todo bien” era una estructura del portugués dicha en español… Me acuerdo de que hace algún tiempo, cuando estuve en Uruguay, escuché lo mismo “en vivo”, pero pensé: será influencia del portugués, hay tantos brasileños por aquí, supieron que soy de Brasil y lo armaron… Pero esta vez no había nada de portugués en el medio: estábamos la pantalla y yo.
Susto 2. Pongo más atención al audio y sigo arreglando mis cosas. El personaje suelta: “voy a tomar un baño…” No lo puedo creer: ¿qué pasó con el bañarse o con el ducharse?
No hay que ir al diccionario para chequear la definición de vacaciones: me imagino que allí estará algo como “tiempo de descanso”, “período en que uno no trabaja o estudia”. Probablemente así explicaría la palabra en una clase, en un primer momento. Pero… no puedo dejar de pensar que durante las vacaciones aprendo mucho. Y que, cada vez más, estoy segura de que uno aprende en cualquier parte – y no solo en las clases de idiomas. Así que, creo yo, tendré que redefinir “vacaciones” con mis alumnos… Viajar es, sin duda, una de las mejores escuelas.
¡A los sustos se siguieron las sorpresas! Lugares maravillosos, personas simpáticas… Quizás otro día les cuento más.