El español hace falta
De vacaciones en Pernambuco tuve contacto con las dificultades que sufren los que trabajan en el área del turismo por falta de conocimiento del idioma español.
Me llamó la atención la cantidad de turismo argentino en Porto de Galinhas. Siempre ha sido un punto de atracción la naturaleza y el calor del nordeste brasileño como meca de descanso del frío de Argentina.
Sin embargo, no existe en el lugar preparación por parte de la gente que atiende a esos turistas para entenderles. Podría argumentarse que el turista debería esforzarse y aprender la lengua local. Pero, de hecho, el cliente es el que debe ser agradado y así la balanza coloca el peso en quienes lo atienden.
“Juga el pelota nele”, dice la monitora al niño argentino, en un evidente portuñol que, para ser entendido, precisa ser reforzado por la dinámica del juego entre los compañeritos brasileños. “Ahora vamos nos jugar en la pileta”, dice el monitor mientras entra a la piscina ante la mirada de las criaturas que, en lugar de descifrar el mensaje, pasan a imitar los comportamientos.
En un momento en el que Brasil acaba de descartar la enseñanza del español de su Base Curricular, cabe cuestionar si fue una decisión apropiada o simplemente impensada o tomada sin la suficiente reflexión e investigación de las necesidades del idioma en el país. Conocimientos básicos de la lengua permitirían una mejor cualificación de estos trabajadores para entenderse con su público y también traerían como consecuencia una fluidez en la comunicación entre los interlocutores.
Si pensamos que el problema alcanza simplemente a los trabajadores de los lugares turísticos, vemos que el problema es institucional con hallazgos en los menús como “torta de chocolate con caldera de chocolate” o “marmeladas” y “requesón cremoso” para el desayuno, lo que nos comprueba que quien dirige a estos empleados tampoco tiene siquiera rudimentos de la lengua y probablemente usa el traductor automático para hacer el texto del menú en español, causando risa pero también una pésima impresión en quien lo lee.