Literatura y Sociedad
Las relaciones entre las producciones literarias y la sociedad componen las principales discusiones teóricas de la llamada Sociología de la Literatura. En este sentido, las creaciones literarias estarían directamente relacionadas con la representación de la realidad, las condiciones sociales de una época, la trayectoria de los autores y la reacción de un público que es el que recibirá estas obras.
A lo largo de muchos siglos de creación literaria fueron escritos innumerables ejemplares que traducen dos tipos de relaciones muy distintas. Si, por un lado, existen textos en los cuales se identifica la reacción del autor ante los valores, costumbres y comportamientos de la sociedad; por otro, están aquellos que sorprenden a la colectividad y que producen reacciones negativas ante la escritura, la conducta y los ideales de un escritor.
El primer texto donde se puede encontrar esta representación de la realidad, y quizá uno de los más representativos de la Literatura española, es el Lazarillo de Tormes, que inaugura un nuevo género literario: la novela picaresca. La narrativa de autor anónimo tiene un tono crítico, irónico y picaresco, en la cual su protagonista es un marginado que pasa por todo tipo de experiencias para sobrevivir: la avaricia, la trampa, la corrupción del clero, las falsas apariencias, la fingida religiosidad, la experiencia renacentista, el oportunismo, entre otras, son algunas de las características que retratan la situación social de cada uno de sus amos.
La segunda producción que está dentro de estos moldes, pertenece a la Generación del 27 y fue escrita, más concretamente, por Federico García Lorca; obras como Mariana Pineda, Bodas de Sangre, Yerma o La Casa de Bernarda Alba, relatan la situación de las mujeres en una sociedad patriarcal extremadamente machista de inicios del siglo XX, en la cual los sentimientos individuales, así como las necesidades del cuerpo y del alma, se confrontan con las convenciones sociales de la época.
En contra de los trabajos que revelan las costumbres de la sociedad, y todavía en el siglo XX, se encuentra el escritor Ramón Gómez de la Serna con sus Greguerías, o sea, un género de textos cortos que nacen de los elementos cotidianos y que rechazan la realidad por medio de un humor simple y alegre. Sin embargo, este autor fue considerado como un joven loco. Tenía tan solo veintidós años, pero sus primeras “greguerías”, publicadas en La Tribuna en 1913, produjeron burlas e indignación en los lectores, hasta el punto de pedir la interrupción de su publicación; al mismo tiempo, este trabajo causó admiración y aturdimiento en los escritores y estudiosos de la época.
Con todo, se concluye que, con independencia del período, las costumbres de una sociedad son elementos importantes para la inspiración de un escritor y que, al recibir estas influencias y usarlas en su producción, él mismo corre el riesgo de que su obra sea aceptada o no por esta colectividad, que además suele juzgar de manera crítica e implacable todo aquello que le suene como novedad.