Cuando menos te lo esperas, salta la tilde
De nuevo la misma historia con un fenómeno tantas y tantas veces repetido. Recién llegado a la escena, Ernesto sabía que le acabarían sangrando los ojos. ¡Otra vez no!, pensó. Ese día, anhelaba un único objetivo y estaba a escasos metros de lograrlo; solo tenía que entrar en la oficina y registrar por conducto reglamentario...Lea mas