¿Y por qué una videoclase?
Que las videoclases forman parte de los cursos en EaD todos ya sabemos y aceptamos.
Ahora, ¿qué ventajas tendrán en cursos presenciales? ¿Habrá algún motivo para utilizar este recurso?
Delante de la cruda realidad – pocas clases para mucho contenido – he resuelto echar mano del flipped classroom, las clases invertidas.
La semana pasada, víspera de feriado, fui a explicarles a los alumnos cual sería la tarea de ellos; para mi gran sorpresa, antes de las reclamaciones, las preguntas vinieron: ¿Videoclases? Tú serás la profe, ¿verdad?
De verdad, no había pensado así. No me gusta estar en fotos, menos aún videos. Una cosa es hablar, en vivo, y otra, muy distinta, hablar con/para una máquina.
En mi cabeza, iba a buscar material listo en la red – y hay de montones – para subirlo a la plataforma que utilizamos.
La muchacha que estaba más cerca me explicó: si fueras tú la profe, ¡iba a ser chévere!
Y ahí me vi con la tarea de grabar un material nuevo. ¿Sería chévere, de verdad?
Sin embargo, antes de dedicarme a eso, me puse a pensar una vez más qué ganan los muchachos a preferir, en muchos casos, la máquina a la profe. Desde la sala que ocupo, vecina a un laboratorio lleno de computadoras, veo a muchos fuera del horario regular de clases, ojos fijos a la pantalla, repasando algún contenido con la ayuda del Youtube.
Ya he escuchado de algunos compañeros que las videoclases son idénticas a una clase presencial y que nada tienen de novedoso. ¿Será? Como mínimo, el alumno podrá ir y volver por la explicación miles de veces, hasta que encuentre, en la repetición, el detalle perdido. Y algún valor tendrá esa repetición.
Bueno, decidida que estaba, hora de empezar. Solía grabar algunas cosas con el Office Mix que, infelizmente, no existe más. Probé hacerlo con la nueva herramienta “grabar”, añadida ahora al Office 365. La parte técnica resultó sencilla y, para que me pusiera un poco más cómoda, abrí la clase con algunas pocas palabras y mi cara, para luego quitar mi imagen del video y dejar solamente mi voz, junto a las diapositivas que preparé.
Sobreviví.
¿Y tú, cómo te van las videoclases?